Desde las artes visuales, particularmente desde la fotografía, varios han sido los profesionales que han trabajado arduamente por visibilizar las temáticas inherentes a la diversidad sexual, en todas sus expresiones y espacios, abordados desde vivencias personales formando parte de una comunidad o como participantes de una actividad desarrollada en las marchas, en las calles, en espacios diversos, es decir como apoyo externo al colectivo LGBTIQ+ o simplemente artistas que encuentran a estas actividades como propicias para transmitir y evidenciar una importante actividad social y colectiva.
Siempre he pensado que una cosa muy distinta es hacer arte siendo parte de un colectivo, en este caso de la comunidad LGBTIQ+, que estando fuera de él; gran diferencia hay entre un “respeto, pero no te confundas no soy”, o “respeto y apoyo, pero nunca he tenido una experiencia no heterosexual” a “mi vida entera ha transitado por alegrías, lágrimas, conquistas, conflictos, y todo esto porque a mucha gente le molesta el ejercicio de mi sexualidad”, aunque ambas personas de forma diferente forman parte de la comunidad, nunca será lo mismo realizar arte desde estas dos posturas distintas, la vivencia de cualquier circunstancia siempre nos hará tomar una postura distinta, mucho más en lo referente a las artes visuales, que conectan tanto con nuestro interior y a la vez con el espectador, el arte embebido de experiencias y vivencias, definitivamente tiene un sentir diferente.
Probablemente mucha gente se pregunta, pero ¿cómo diferencias una fotografía realizada por alguien de la comunidad, que por alguien que no lo es? ¿En verdad existe alguna diferencia en que la fotografía la realice alguien perteneciente a la comunidad LGBTIQ+ o alguien que no lo sea?
Mucho más allá de la calidad y la técnica que tenga cada persona para realizar fotografías, entra en juego la postura política frente a la imagen, la motivación de realizarla, la visibilización y énfasis de una u otra situación, la sensibilidad para determinar ¿qué es pertinente fotografiar?, ¿qué puedo crear para posicionar una u otra postura? ¿Qué base investigativa voy a utilizar para mi proyecto fotográfico? ¿Qué pretendo cuestionar en esta sociedad machista, patriarcal, heteronormada, homofóbica y transfobica? ¿Qué situaciones son necesarias de visibilizar? Hay una gran diferencia en el artista que hace fotografías porque hay una oportunidad de hacerlas, como una marcha o un desfile y quien las hace por abrir un espacio de debate, por visibilizar algo que a simple vista es imposible de mirar o por dar a conocer una realidad que para poca gente es conocida, muchas son las motivaciones existentes.
Las imágenes que visibilizan las marchas del orgullo gay o LGBTIQ+ alrededor del mundo y en el país, aportan a posicionar la presencia de una comunidad cada vez más visible y propositiva y, esperemos, que cada vez más libre internamente y frente a la sociedad; ese ambiente colorido y de fiesta que se observa en las marchas se plasma en fotografías que hablan de las ganas de existir con igualdad, de ser en libertad, de mostrar la esencia desde aquello que somos, de reivindicar todo lo que nos dolió, la imagen nos ha permitido ver el alma de estos espacios. Y no se trata solamente de una buena fotografía, es todo aquello que esa imagen representa para quien la tomo.
Existen también coberturas de uniones de personas del mismo sexo que le apuestan a mostrar el cumplimiento de un derecho, a evidenciar que existe una deuda pendiente de los estados con un sector de la población, una lucha de activismos reales y comprometidos por la igualdad, la evidencia de un derecho que es negado aun en varios países, las fotografías se convierten en parte el testimonio vivo de la reivindicación de los derechos de las diversidades sexuales en la sociedad, permitiendo recordar, revivir y posicionar todo el
simbolismo de una lucha de varios años, es importante que la sociedad lo mire, lo entienda y lo asimile, a través de la mirada de les fotógrafes, hoy más que nunca ¡les fotografes¡.
Otras tantas fotografías le apuestan a retratar a las personas pertenecientes a la diversidad sexual, con la alegría, tristeza, los dramas, reconocimiento e historia que cada persona lleva en su mirada, en sus gestos, en su postura, en su brillo o en su sombra, ese retrato íntimo de una persona gay, lesbiana, bisexual o trans, que despierta miradas de curiosidad, de empatía, de odio e incluso de desconocimiento, con comentarios como “oye no parece, no se le nota, parece normal, no me gusta para nada, etc.”, son algunas de las frases que se pueden escuchar en pasillos, parques, centros culturales de exposiciones o en expresiones colocadas en redes sociales que acompañan a las exposiciones virtuales, a veces un tanto más fuertes, más violentas, con esa potencia que tristemente te otorga el anonimato de una red social.
Y mucho más conectados con la realidad les fotógrafes documentales, que generan un
producto fotográfico basado en la investigación a fondo de una situación o un sujeto, cuyas
imágenes son dictadas por cada una de las realidades que se quieren evidenciar, así como
por cada uno de los sentires que entraron en juego al asimilar la esencia de la investigación
documental realizada, este trabajo a diferencia de los mencionados anteriormente permite
indagar en la profundidad de una situación o de una persona, para investigarla, presentar
una alternativa al estereotipo o al imaginario social o para aportar a la generación de un
cambio político y social profundo.
Reflexionamos entonces, no es solamente tomar una cámara fotográfica en la mano, hacer
encuadres perfectos, manejar una técnica impecable y utilizar la luz a favor, es saber
transmitir aquello que otras personas nos quieren contar y también aquello que quieren
callar, hacer mucho con lo poco que tengan que decir o saber sintetizar con la abundancia
de información que proporcionen, es procurar fotografiar en nuestra mente el alma y
ubicarla en un contexto para luego hacer una imagen o generalmente una serie de imágenes,
una historia; la labor fotográfica entonces va más allá de la imagen, tiene alma, cuenta una
historia, evidencia acciones y detalles, siente y te hace sentir, es una realidad inmóvil
suspendida en el tiempo para aportar a la comprensión de las cosas, no es una simple
imagen, se transforma en un documento parte de una investigación, en una evidencia de la
realidad social analizada.
En ciertos momentos también, les fotógrafes procuran ir más allá de la actitud tradicional
de los artistas de estudio y del alejamiento del conflicto, de la lejanía con las calles y las
luchas, de las verdades que nos traspasan como sociedad, de la simple representación de la
estética, o de la fotografía por calidad de la imagen, como menciona Lacy en su artículo
Arte, memoria y violencia: “los artistas están interesados en la pregunta: ¿es arte o es
política?” (Lacy 2003, 33). Es así que esta reflexión se convierte en un momento dado, en
un autocuestionamiento a la motivación y consecuencias del trabajo del arte, es en este
preciso momento que toma aún más valor, el trabajo fotográfico realizado por personas
pertenecientes al colectivo LGBTIQ+. La apuesta política no se vive únicamente desde la
reivindicación de una sexualidad libre y respetada por la sociedad, sino también constituye
un mensaje que transcurre por diferentes etapas del quehacer sociopolítico del país, de las
luchas por igualdad de derechos y de la garantía a una vida libre de violencia. Es este
trabajo, empapado de una apuesta política profunda el que hace la diferencia, el que aporta
de diferentes formas a la transformación de la realidad.
A la vez, son estas acciones las que llevan al asunto desarrollado por Lacy como “el rol del
artista”. Al analizar el artículo Arte, memoria y violencia, citado anteriormente, la autora
plantea 5 roles que tiene el artista, sin antes mencionar que “Artistas visuales en particular
son frecuentemente vistos como afuera o aparte de la vida pública, comentaristas lejanos
más que activistas comprometidos. Es precisamente, esta oportunidad para actuar
públicamente, y para actuar efectivamente, la que es valorada por muchos artistas públicos
contemporáneos.” (Lacy 2003, 36). En el contexto estadounidense y para ese momento de
la historia, es como se definían a los artistas enfatizando en los artistas visuales, pero es en
ese mismo contexto que la autora desglosa de manera impecable a los 5 roles que suelen
cumplir los artistas, principalmente relacionados al arte público, mismos que me permitiré
mencionar a continuación, para entender la importancia de quien se encuentra detrás de
una cámara fotográfica, principalmente por su motivación.
El primer rol nos habla del rol del artista como “experimentador”, me permito citar
textualmente “es un artista que practica empatía y subjetividad en público… tal
subjetividad, de hecho, es asumida como fundamental para el arte” (Lacy 2003, 36). Este
busca tener experiencias sociales profundas, es decir que el aporte desde la subjetividad de
un fotógrafo permita transformar una realidad, convertirse en un vehículo de expresión, un
traductor que amolda con las manos de su empatía, en este caso, todas las fotografías que
realiza y los procesos de preparación que requiere, recordemos que este rol resalta
principalmente el ejercicio público de la subjetividad y la empatía.
Un segundo rol nos habla de un aspecto sumamente común en quienes se han formado
como fotografes de prensa o de medios de comunicación, es el rol de “reportero” quien
coloca el énfasis en comunicar una historia que generalmente está en desarrollo, por esto
no siempre existe un análisis pero si una amplia recolección de información, datos y
testimonios, que aportan con varias visiones a una situación de terminada, es un recuento
de los hechos, este artista busca conscientemente la imagen ideal para transmitir cada parte
de la historia que quiere informar.
Se plantea el rol del artista como “analista”, aspecto muy distinto a los roles anteriores, ya
que como cita la autora mencionada “Cuando los artistas comienzan a analizar situaciones
sociales a través de su arte, ellos asumen habilidades más comúnmente asociadas con
científicos sociales y periodistas investigadores.” (Lacy 2003, 37). Esta postura frente a
una situación, aporta a que el público cambie su enfoque del estético al transformador de
una realidad, la imagen bajo esta mirada adquiere más un valor textual que estético,
transmite un mensaje profundo más allá de la técnica utilizada, de hecho el valor estético se utiliza, si es pertinente, como un aspecto de análisis pero no como el objetivo principal
del trabajo.
El cuarto rol planteado, personalmente pienso que es uno de los aspectos fundamentales
del quehacer fotográfico, este es el rol de “activista”, en este particularmente el “hacer arte
está contextualizado dentro de situaciones locales, nacionales y globales, y la audiencia se
activa de alguna manera” (Lacy 2003, 37). Esta es una incitación a generar una pregunta o
una respuesta ante determinada situación, es el poder del artista para remover y atraer
conciencias en torno a luchas, generalmente sociales y comunitarias, en algunos casos
individuales también, pero casi siempre se refieren a contextos colectivos.
Estos artistas fotografes han desarrollado habilidades más allá de la estética fotográfica y
del trabajo en un estudio, se ha preocupado de entender la realidad, las políticas y la
institucionalidad, las relaciones entre los diferentes actores, así como las agendas públicas
y propuestas sobre las cuales puede actuar. El reto es lograr el aprendizaje de nuevas
estrategias y generar cambios constantes, así como impactar con sus obras a diferentes
audiencias, lograr comunicación efectiva, escoger lugares públicos con significado y
transcendencia, trabajar por el significado colectivo y público, especialmente en el marco
de las problemáticas sociales. El artista como activista, construye redes en torno a sus temas
de interés y a la vez propone acciones para generar avances y visibilizar circunstancias
específicas.
Y, un quinto rol planteado es el del artista como ciudadano, explicado como “el hacer arte
como un ejercicio de ciudadanía” (López, citado en Lacy 2003, 37). Son artistas que
trabajan en acuerdo con la comunidad y el estado, cuando esto es posible, de lo contrario
siempre estarán cercanos a la comunidad, en sus espacios íntimos, aprovechando y
compartiendo en la vida comunitaria tanto en espacios urbanos y también rurales, este arte
se fortalece en procesos colectivos, se enseña y se aprende, se afianza en los espacios
educativos y genera un nuevo objetivo para el artista y sus procesos, determinando que
estos procesos son indispensables para el trabajo del arte, es entonces el artista un “vocero
público”, parte activa de una comunidad.
Los roles citados y explicados anteriormente, dan cuenta de la importancia de la postura
frente a un tema y la generación de resultados del mismo, sin especificar que uno de estos
roles sea más o menos importante que otro, o que uno sea más o menos valorado que otro,
la vida del artista visual en fotografía puede transcurrir a través de todos estos roles, tal vez
vivenciando más de uno a la vez o probablemente entendiendo uno, aprendiendo de otro,
proponiendo en otro y posicionándose en otro, más allá de este posicionamiento, la fotografía no tiene un único ejercicio, ni una mirada universal de la persona que toma la
imagen detrás de la cámara, las subjetividades y experiencias siempre entrarán en juego,
siempre se dejarán ver a través de los trabajos artísticos.
Cabe anotar entonces en ese quehacer artístico, es pertinente mirar las acciones y luchas
siendo parte de ellas o únicamente siendo quien fotografía, algunas personas dirán, “es
probable que inmiscuirse en una situación, formar parte de ella y sentirla como propia”
podría quitar objetividad, sin embargo de acuerdo a la postura desde la cual se aborde
genera más bien aportes únicos que solamente esa persona puede realizar y que únicamente
la vivencia puede dar el contenido y trascendencia necesarios. Más allá de esto, es evidente
que según la postura que tome el artista visual fotográfico, sus procesos y productos serán
diferentes.
Pregunto entonces ¿Es acaso la misión del o la fotógrafa, hacer fotografías, generar
productos estéticos, usar luces y sombras de manera magistral, hacerse de la tecnología de
punta, o es acaso aportar a que la realidad sea entendida, transformada, transmitida y que
las causas de los colectivos sean dignas de apoyar?, ¿es nuestra misión estar contentos con
aquello que nos hace felices, siendo ajenos a la realidad del resto, que aunque no sepamos,
también tenemos que ver? ¿Es hacer para mí y por mí o hacer para los demás y con los
demás? ¿Qué queremos que sea nuestro ejercicio en la fotografía?
La artista fotógrafa y fotógrafo tiene en su proceso de formación y crecimiento como
artista, nace, crea y entiende que existen caminos para transitar desde el arte como
expresión, mejora y pule su arte, hasta llegar al arte como un factor de cambio social,
incluso mucho más allá de su control. Es la invitación a realizar arte consciente, que integre
la creatividad y la capacidad de transformar de un ejercicio artístico con la condición de
ciudadano y su anhelo de aportar y contribuir, más allá de las voces en contra o a favor de
esta propuesta, es el ejercicio introspectivo y autoanálisis sobre “qué estoy logrando con el
arte que produzco?
Entonces vuelvo a repetir la misma pregunta realizada al inicio de este artículo, ¿En verdad
existe alguna diferencia en que la fotografía la realice alguien perteneciente a la comunidad
LGBTIQ+ o alguien que no lo sea?, es claro que sí, no por ser o no ser, sino por su postura
política y vivencial frente al tema, que no es igual si una forma parte de la comunidad
LGBTIQ+ o no, dejemos de lado el análisis simplista de la imagen, como alguna vez
escuche “no existe diferencia en que lo haga un fotógrafo o una fotógrafa, pues si, existe
diferencia, para quien se interesa en verdad en saber la complejidad e integralidad de un trabajo fotográfico y su proceso, existe y mucha y muy evidente. Esta es una invitación
para mirar, entender, analizar a la fotografía más allá de la imagen.
Finalmente, me permito colocar esta última reflexión: “si la fotografía no es una interacción
profunda, entonces no es nada…”
Referencias
– Lacy, Suzanne. “Hacer arte público. Como memoria colectiva, como metáfora y
como acción.” En Pilar Riaño Alcalá, editora, Arte, Memoria y Violencia: Reflexiones
sobre la Cuidad (Medellín, Colombia: Corporación REGIÓN, 2003) pp. 31-41.
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