Palabras con las que inicio este espacio para dar a conocer el sentimiento que invade mi ser, a pesar de todos los esfuerzos por erradicar la violencia de género, no solo en Guatemala sino en cada rincón del mundo en donde una mujer sigue sufriendo violencia, pero lo más triste es ver como seguimos normalizando este tipo de acciones, justificando ¡era una mala mujer! ¡debió haber provocado a su pareja! ¡se lo merecía! Estamos cansadas de todo ello, pero la educación que se recibe por parte del seno familiar sigue siendo la misma.
Si una mujer no logra establecer una familia, con esposo e hijos no es mujer y no cumple su función en la sociedad. Terriblemente las niñas crecen con esa meta no importando el costo de esa decisión; no estoy en contra del matrimonio o de la familia, pero sí de la forma en que en la actualidad funciona, mujeres sometidas, con la doble función de aportar a la familia y también el de soportar vejámenes a los que es sometida.
Me pregunto todos los días ¿Qué más debemos hacer como sociedad? Nos estamos resignando a seguir normalizando la violencia. Observar el video de una mujer indígena siendo golpeada por su pareja sin que nadie intervenga únicamente grabando, esta mujer es llevada por su pareja y luego aparece muerta… nuestras acciones deben ir más allá.
Es importante que como mujeres podamos utilizar cualquier medio para detener estas acciones, quizá una de las acciones inmediatas es que todas las mujeres cambiemos la manera de educar a los niños, es decir que cuando involucremos a los niños en todas las actividades del hogar sin importar que sean propias de la mujer como la ha marcado la sociedad, entonces estaremos formando a caballeros, a seres con responsabilidad y con amor hacia todas las personas, hasta en la escuela los docentes debemos de cambiar algunos estereotipos como el de hacer limpieza, lavar el trapeador, lavar los trastos que utilizan, cuando en casa mamá deje de mimar al niño deje que sea un ser independiente, es decir que se vista, que se bañe, que lleve lo necesario y no espere a que mamá lo haga todo con él, entonces quizá nuestra realidad cambie.
Reflexionemos de nuestras acciones y lo mucho que podemos aportar, algunas veces tenemos los espacios y medios para alzar la voz, pero preferimos regirnos al papel que se nos ha impuesto desde hace siglos. La profesión docente me ha permitido escuchar a señoritas con sueños hermosos de superación y participación; sin embargo, también he podido escuchar a señoritas y jóvenes que prefieren seguir callados y cumplir con la misión signada por su familia y la sociedad. Dejando por un lado sus sueños, todo joven y señorita tiene sueños, no es algo que podamos poner en tela de juicio. A pesar de ello estamos conformándonos con tan poco y creyendo que esto nos llenará de felicidad, estamos muy equivocados.
Trabajemos en la autoestima de niños y niñas, fortaleciendo el respeto que como seremos humanos debemos manifestar en nuestra convivencia y erradicar la violencia no únicamente de género si no violencia en general, ya que, seguimos en un círculo vicioso, fortalezcamos valores y nuestra sociedad tendrá un presente mucho mejor al que tristemente vivimos hoy.
Enfoquemos nuestra atención en aprovechar y fortalecer los espacios que a cada mujer se le pueda brindar, dejémonos escuchar, luchemos por nuestros objetivos y sigamos trabajando en fortalecernos, necesitamos apoyarnos en nosotras formando sociedades que valoren y respeten la vida humana, tanto de hombre como mujer.
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