Hablar de igualdad de género es muy amplio, la desigualdad sigue siendo muy latente en la sociedad, en el tema educativo sigue existiendo una brecha muy grande no únicamente entre hombre y mujer, sino entre personas con mayores y menores posibilidades económicas, área rural y área urbana.
Desde hace mucho tiempo la meta para alcanzar la igualdad de género en la educación ha sido que todos los niños y niñas puedan asistir a la escuela sin discriminación (origen étnico, el color de su piel, su cultura, edad, idioma, religión, sexo, entre otros). Entonces, una vez que ambos acceden a la educación, reciben el mismo currículo escolar, los mismos contenidos y son evaluados de la misma manera, ¿por qué sigue habiendo desigualdad? Pues bien, la escuela es uno de los responsables de transmitir los roles de género, pero ¿cómo hace esto la escuela? La respuesta es sencilla, la misión de la educación es transmitir valores sociales, conocimientos acumulados a través del tiempo y a la vez, formar ciudadanos con principios y valores. En este sentido es necesario analizar, con lentes de género, los contenidos que se imparten porque permitirán detectar si se están transmitiendo estereotipos de género que discriminan y fomentan la desigualdad, tales como:
• En la enseñanza de las áreas curriculares no se encuentran casi referentes de mujeres que contribuyeron a los diferentes campos del saber.
• Los valores que se refuerzan en las niñas hacen que su futuro se encamine hacia oficios, profesiones, trabajos o tareas relacionadas con el cuidado y el hogar, y los que fomentamos en los niños los llevan a trabajos más activos y valorados por la comunidad y por la sociedad, relacionados con la vida pública y la obtención de recursos económicos.
• A menudo se da menos protagonismo y oportunidades de participar y hablar a las niñas y se hace uso de un lenguaje que puede ser sexista.
Llevar a cabo buenas prácticas de educación en igualdad en el aula y estimular que las familias formen parte de ellas son fundamentales para favorecer no solo que las niñas permanezcan escolarizadas, al igual que los niños, sino que también puedan acceder a un potencial profesional y personal mucho mayor.
La discriminación en el mundo de la educación tiene consecuencias más allá de las aulas puesto que en el mundo laboral, las mujeres, aun estando igualmente capacitadas, ganan sueldos inferiores, logran menos puestos de dirección y siguen teniendo una doble jornada en la que desarrollan un trabajo fuera de la casa y además continúan ocupándose del cuidado del hogar y de la familia. Por ejemplo, el estudio Desigualdades étnicas y de género en el mercado laboral de Guatemala, dice que en promedio las mujeres ganan un 84% del salario de los hombres y en áreas rurales este porcentaje se reduce al 60% del salario de los hombres por la misma actividad. Por otro lado, sigue estando mal visto que los hombres contribuyan en menor medida al mantenimiento del hogar o que prioricen la crianza de sus hijos.
Se concluye en que la educación debe no únicamente ser igual, sino equitativa para que todos los niños y jóvenes tengan las mismas oportunidades sin importar su contexto, teniendo en cuenta sus necesidades y características. Solo una educación equitativa va a traer prosperidad a nuestros pueblos.
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